Soy feliz, me quedo hasta el 2011

Soy feliz, me quedo hasta el 2011

En el medio de la tormenta, Aguilar le ofreció dos
años más de contrato al Burrito. Así, el ídolo salió fortalecido tras
el último faltazo que fastidió a Simeone, el perdedor en esta historia.





Ariel, vos sabés que podés contar con nosotros y que te vamos a apoyar
en todo lo que necesites. Y para que veas nuestra predisposición, me
gustaría que ya renovemos el contrato por dos años más.

-Pero, José, todavía me queda un año.

-Sí, ya lo sé. Por eso, sería para que juegues hasta junio del 2011. Vos tenés que retirarte en River.

-Bueno, bárbaro. Me alegra porque sabés que acá me quedaría a vivir. Sigamos hablando para arreglar todo y después firmar.

Así,
de un plumazo, José María Aguilar despejó todas las dudas y rumores que
se podían generar alrededor de Ariel Ortega. En el medio de la tormenta
que generó por un nuevo faltazo a los entrenamientos, las nubes
desaparecieron con la propuesta que el presidente le hizo al ídolo para
que siga en Núñez. Un mensaje sin dobles lecturas: el Burrito es de
River (o es River) y de River no se va. Nunca.

¿Se entiende, Cholo?

"Soy
feliz, me quedo hasta el 2011", contó el ídolo, corto y conciso, ante
el llamado de Olé luego de una larga jornada, que arrancó bien temprano
en Ezeiza (ver El silencio...) y que terminó cerca de las 20 en la
oficina presidencial del Monumental. Sin dudas, Ortega es el gran
ganador de esta historia que lo tiene como protagonista principal. Y si
se colgó la corona de laureles es por el inmenso respaldo que le dio
Aguilar al ofrecerle dos años más de contrato en el mismo momento que
Simeone volaba de bronca por la ausencia del jujeño en la práctica del
jueves. Obvio, el técnico quedó del lado perdedor. "Si Simeone no lo
quiere a Ortega está loco porque en este campeonato Ariel lo salvó",
había sentenciado JM durante la tarde, cuando grabó con Atilio Costa
Febre una entrevista para el programa de mañana de El Súper. Ahí, antes
de ir a Núñez para reunirse primero con el Cholo y luego con el
Burrito, sentó claramente su posición. "Si fuera por mí, que juegue en
River hasta el día que se retire. Y después, tiene de por vida un lugar
en el club", agregó.

Aguilar, siempre hábil para resolver estas
cuestiones, le puso punto final a esta historia justo cuando volvía a
revolverse. Así logra terminar con todos los rumores que se pudieran
generar. Simeone ya le había manifestado su disgusto por lo que
entiende como una "falta de compromiso" de parte de Ortega, a lo que el
presidente le había respondido que con el ídolo "no se jode". Ayer,
luego de analizar posibles ventas, incorporaciones y descartar una gira
por Europa (en esa decisión sí ganó el Cholo), el DT manifestó que
"nadie tiene privilegios" en su plantel, un punto con el que JM está de
acuerdo. Igual, más allá de eso, el jujeño es intocable por más
fastidio, bronca o lo que sea que genere en el cuerpo técnico y en
algunos compañeros. Entonces, en la reunión posterior que tuvo Aguilar,
"más personal que profesional", según la definieron en el entorno
presidencial, llegó la mejor noticia que podía recibir Ortega. Respaldo
puro para que siga jugando hasta los 37 años y después, las puertas
abiertas del Monumental para que haga lo que quiera.

Así, el Burrito, feliz; el presidente, contento; los hinchas, agradecidos, ¿y Simeone? ¿Cómo queda?

El
técnico campeón seguramente sentirá que el título logrado en su primer
semestre en Núñez, el que cortó cuatro años de sequía, no le otorga
libertad para hacer y deshacer a lo Ramón Díaz, por ejemplo. El Cholo
no quería ser el encargado de bajarle el pulgar al jujeño porque es una
decisión antipopular por donde se la mire. Por eso, quiso pasarles la
pelota a los dirigentes. Lo que no esperaba era que la definición del
tema fuera tan favorable, sin castigos ni sanciones, para Ortega. Ante
este panorama, al menos hasta fin de año, cuando finaliza su vínculo,
el Cholo deberá convivir con el Burrito, con todo lo que eso significa.
La relación entre ellos está resquebrajada: cada parte bufa contra la
otra. Lo que no se rompe --y se estira dos años más-- es el contrato de
Ortega.

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